He aquí el texto de la reseña del CD "Vna pequeñica centella", redactada por Àngel Villagrasa Pérez para la sección de Discos Recomendados de la revista Melómano:
El sonido de la vihuela nos sitúa rápidamente en el repertorio hispánico del Renacimiento. Ese instrumento de pequeño formato, parecido a una guitarra de juguete, con seis o siete órdenes de cuerdas dobles de tripa, fue una pieza clave en aquel gran repertorio hispánico que todavía suena demasiado poco en nuestras iglesias y auditorios.
Silvestre Peña Ortega presenta, en esta grabación de La mà de guido,un recital de 74 [minutos] con música del compositor Miguel de Fuenllana. Ciego de nacimiento, fue conocido especialmente por su libro para vihuela titulado Orphenica Lyra,que, como muchos melómanos sabrán, da nombre al grupo fundado hace ya unos cuantos años por el gran laudista José Miguel Moreno.
La presentación del disco es exquisita: una carátula con el rosetón de una vihuela [sic.; es un artesonado de Paco Luis Martos Sánchez, montado en los techos de una residencia particular en Sevilla], en formato moderno, un reverso que utiliza la típica tipografía del siglo XVI. El librillo ofrece exhaustivas explicaciones sobre las obras interpretadas e incluye reflexiones personales del intérprete sobre la grabación, lo que humaniza el disco, habitualmente caracterizado por la búsqueda de perfección e imparcialidad.
Para quienes afirman que música antigua y tecnología no van de la mano, el disco se complementa con dos piezas disponibles únicamente en plataformas digitales mediante un código QR.
La interpretación de Silvestre Peña es muy interesante, con una técnica solvente, buena musicalidad y numerosos matices dinámicos y agógicos. Destacan algunas piezas lentas por su lirismo y resonancia, que nos trasladan, sin duda, a la época de Miguel de Cervantes. También merece mención que muchas de las piezas aquí recogidas no se habían llevado nunca al disco.
La acústica de la capilla de Nuestra Señora de Abantos, en San Lorenzo de El Escorial, aporta la sonoridad ideal para este repertorio, con una reverberación contenida.
En definitiva, se trata de una grabación original de música antigua, con criterios históricos de interpretación, un instrumento construido por Lourdes Uncilla a partir de modelos originales y, al mismo tiempo, un concepto moderno en su diseño. Resulta especialmente destacable la idea de organizar las piezas en cuatro grupos de siete, siguiendo los cuatro ciclos de la luna.

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